Un
puñado de amigos rochenses, amantes de la música, un día decidieron formar una
comparsa para salir en carnaval. Lo cierto, es que no quedaron sólo en eso. Las
ganas trascendieron esas jornadas carnavaleras y de a poquito, tomó forma la
idea de armar una banda para tocar todo el año. Una noche, caimos por la sede
del Club Peñarol de Rocha, su lugar de ensayos. Queríamos conocer más sobre sus
orígenes, quiénes pueden integrar la barra musiquera, su relacionamiento
humano, cómo resuelven la adquisición de instrumentos, cuáles son sus sueños,
qué objetivos inmediatos se proponen y más.
Toda
iniciativa, siempre tiene un impulsor principal, lo que comúnmente denominamos
“alma mater”. La Katinga no ha sido la excepción. Marcelo Da Silva, a quien sus
amigos y conocidos, llaman “Tatú” es el responsable de la creación de la
comparsa primero y de la banda, ahora.
“Soy percusionista hace mucho tiempo. Entonces,
pasé varias etapas, desde tocar en murgas cuando era niño a acompañar grupos
como el de Carlos Malo, Julio Víctor, Fermín Acosta… y después me salió dar
clases en una ONG en el Chuy(…) en cosas del INJU (como) el ARRIMATE. (Así) fui
capacitándome, digamos, a cómo enseñarles a tocar a los demás…” El siguiente entrevistado, se trata de un hombre que luego de un tiempo en España, retornó a sus pagos rochenses. También participó del grupo fundador de La Katinga. Entre otras cosas, Leonardo Benavente, nos contó: “(Al principio) se armó un grupo buenazo (…) y ahora esto de la banda también… Tratamos de versionar temas de candombe…”
Obviamente, no podían faltar los testimonios de dos integrantes femeninas de la banda. Primero, Flavia Rivero, a quien aludía Leonardo como la cantante del cover “Juntos a la par” de la autoría del argentino Pappo. Una versión muy particular que tiene tamboriles y la magia de su voz. Luego, Nataya Fernández, a quien pertenecen algunos temas musicales interpretados por el grupo, relató cómo se dio su integración a La Katinga.
Para el final, compartimos –de las muchas que seguramente hay- una anécdota de Marcelo…
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